Acapulco, la otra cara
Texto y Fotos: Hanzel Zarate de la O
Nadie puede negar el èxito alcanzado por el puerto de Acapulco en ésta pasada temporada vacacional de Semana Santa en la que se alcanzaron cifras por arriba del 96 por ciento de ocupación hotelera y en donde las tres zonas en las que esta dividido el puerto lucieron abarrotadas de turistas nacionales -en su mayoría- que disfrutaron a su nivel y alcance económico de todos los atractivos que aquí se pueden encontrar, pero lo que tampoco se puede negar es la manera poco ética, abusiva y hasta riesgosa en la que algunos prestadores de servicios turísticos incurrieron, sobre todo los que se refieren a las actividades y servicios de playa, esto sin que ninguna autoridad municipal, estatal ni federal hiciera nada por proteger a los visitantes y el que tal vez es el mayor y más claro ejemplo es al impunidad con la que se manejan los encargados de rentar los toldos a la orilla de la playa revolcadero y hasta casi llegar al condominio Marena, pues ellos sin ninguna restricción estuvieron rentando los toldos -muy viejos la mayoría- en cantidad irreales, pues del lunes al miércoles, el costo de rentarlo con 4 sillas era de 700 a 900 pesos y del jueves al sabado era de mil 200 a mil 500 pesos, costo que no te garantiza nada y por el cual no emiten ningún comprobante o recibo.
Otro de los grandes problemas que tampoco fueron atendidos fue el tema de los llamados viene viene, los cuales de manera intimidante exigían 100 pesos por dejarte estacionar en la vía pública y si alguna persona se negaba era amenazada de que algo podría pasarles a su unidades y que les convenía más evitarse problemas y en el mejor de los casos la tarifa te la rebajaban a 70 u 80 pesos, pero eso si, tenías que pagarla.
El tercero de los problemas que se presentan – sobre todo en las épocas de vacaciones- es la manera negligente en la que se rentan las cuatrimotos, pues no importa la edad o condición en la que este el cliente, lo que importa es que pague el monto que se le cobra, por ello es común ver a niños menores de 14 años manejando a exceso de velocidad estas unidades entre los bañistas sin ninguna precaución o a jóvenes jugando carreritas sin el menor de los cuidados, poniendo en riesgo la vida de los que estan descansando o jugando en la playa, sobre todo niños que en muchas de las ocasiones se entierran o hace hoyos en la arena para sentarse dentro de ellos.
Esa es la otra cara de Acapulco, la de siempre, la que nadie quiere ver y de la que se prefiere no hablar, solo esperemos que una desgracia no haga que todos hablen de ello y tengan que actuar solo “conforme a derecho” para corregir dejando a una lado la mejor acción, la acción de la prevención y la legalidad.